Angriffe {x} NUEVO {x} Normal

En una familia la generación más antigua enseña a la siguiente los valores importantes que deberán tener en sus vidas. Saber que deben ser sinceros y que la mentira no es lo que ayuda a conseguir las metas. Honestidad, honor, legalidad, sinceridad, valentía… de todo es lo que enseñan para ser buenos a la hora de enfrentarse al mundo y saber que tienen que ir siempre de frente. Enfrentándose a los problemas, sin dejarse caer y saliendo vencedores a las situaciones que le ponían la zancadilla. Lástima de que la lección de la tolerancia y el respeto a la igualdad se escaparon y nunca llegaron a esas clases de cómo convertirte en una buena persona.

No es la primera vez que se han visto conflictos entre bandos en Bielefeld. Cada vez se hacen más notorias las diferencias entre dos sectores bien diferenciados en la ciudad. Al menos eso es lo que buscaban los altos cargos en la ciudad. Su forma de evitar la delincuencia, los ataques, las drogas y los vicios era diferenciar con límites marcados las diferencias entre la población. Era fácil, ricos con ricos y pobres con pobres. La delincuencia solo llamaba más delincuencia y las estadísticas habían dejado claro que el porcentaje era mayor entre gente con menos poder adquisitivo que se veía obligado a delinquir para conseguir algo con lo que subsistir. Fue como en una propia ciudad se dividió en dos; Norden y Süden Bielefeld. En el norte y la parte más alta de la ciudad, estaban las mansiones más grandes. No era de extrañar cuando a los altos cargos, como políticos, abogados o ejecutivos con poder; siempre preferían mostrar su grandiosidad haciendo que su fortuna la viesen todos los demás. En cambio, en el sur, no era obra de la casualidad que allí residiesen las familias con menos poder y que sus barrios fuesen desiguales debido a que nadie tenía el dinero suficiente para invertir en ello. La utopía de desmoronaba por momentos, aunque nadie lo entendiese.


Yo rico, tú pobre. Yo con poder, tú esclavizado. Yo arriba, tú abajo. Son las palabras que cruzan la mente de todos los chicos de Norden Bielefeld. Y viceversa para los chicos que viven al sur de la ciudad. Cuando sus propios padres les inculcan esa diferencia entre clases no era de esperar que todo se volviese el caos. Gente que quería dominar, gente que luchaba por ser libre y no dominado. Peleas y más peleas. Ya no hay diferencia. En cuanto la línea se cruza todos se vuelve un campo de batalla y dando igual ricos o pobres, todos discuten por igual y pelean por salir victoriosos. Cuando el baile en el instituto fue mixto – sin diferencia entre Süden o Norden – los chicos encontraron lo mejor que podrían tener: dar una lección. Y se desató el caos.

Fueron dos chicos, a los que no les importaba nadie más que ellos mismos, los que decidieron que no iban a permitir que los de Sûden Bielefeld se fuesen a codear con sus amigos, en su territorio, con sus chicas o con cualquier cosa que ellos daban de por sí de su propiedad. Solo iba a ser un pequeño susto, solo les llevaría un rato buscar a quienes llevasen a cabo el plan. No iban a echarse la culpa del incidente. Saldrían airosos en cuanto todo acabase y las cabezas de turno caerían en vez de ellos. Aunque no fue eso lo que tenían pensado. Los ricos por ser engreídos, los pobres por ser idiotas que se dejaban ganar. Todos merecían morir según ellos dos. De ahí que la broma acabase en desgracia, con seis chicos muertos y los dos autores de los asesinatos entre rejas. ¿Ayudar eso a que todos entrasen en razón? Para nada, todo lo achacaron a que no se debían mezclar las clases y que aun debían separarlos más. Todo era poco para no tener contactos unos con otro. Avivando la llama de la intolerancia.